Amanezco temprano, que no es poco. Así que, al tajo, tras mi momento “meditación matinal”. Toca analizar los árboles de la pared del fondo. Resulta que tengo ciruelos, cerezos, tilos, junto a una hilera de arizónicas y varias parras más. Estos frutales nunca han dado nada, excepto las parras, vaya usted a saber, oiga. Ataco la zona tilos, asfixiados entre las arizónicas y la parra. Corto ramas secas, rescato los tilos del ataque de las ramas de las arizónicas y reoriento la parra sobre el muro. Después, procedo a la limpieza y aclaramiento del olivo principal. Hago jornada continua hasta las 12.30 aproximadamente. Desayuno tardío y ducha de manguera. Mientras hago tiempo para ir a hacer el vermú, escribo la entrada del bloc correspondiente al viernes (la que se ha borrado. ¡Vaya desastre!)
Resulta que el vermú es en el patio de una casa y hacia las 14: 30. Allí saludo a algunas de las personas con quien me reencontré ayer y nuevos-viejos amigos: ¡Los hermanos Lomas con quienes jugábamos de pequeños! Flipante. El vermú acaba a las 16.30. Ya ni como. Directo a la siesta.
Recuerdo que no me he puesto con el jardín de la fachada principal. Requiere clareo, recortes, limpieza y riego. Manos a la obra. Y sin darme cuenta se me hace la hora de las cañas nocturnas.
De nuevo, la cuadrilla. Más miembros, más nombres a recordar. Hay que meter algo al estómago, no aguanto: bocata al canto. Acabamos en un concierto al aire libre con bandas de las que tocan éxitos, se intercala un bingo y acaba con dijeis. Se oye fatal y nadie baila. Pero el recinto caca vez está más lleno de gente. El pueblo es así. Regreso a casa a las 3 de la mañana.
La experiencia neorrural se está convirtiendo en un viaje en el tiempo.
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