miércoles, 10 de agosto de 2022

DÍA 13, LUNES

 A las 6.30, en pie. Vienen a cortar el cedro. Efectivamente, desde la finca vecina, veo aproximarse el brazo de una grúa. De arriba a abajo van talando el árbol con la motosierra. En una hora, trabajo realizado.




Queda aprovechar ramas y limpiar. Ahí es ná. Palizón.

Tarde de siesta, lectura y biblioteca.

Me encuentro con una vecina de la calle a la que no veía desde niño. Ella sí se acordaba de mí. Curioso cómo cambiamos con el tiempo. En un momento, hemos hablado más, que nunca antes. Noto en los vecinos una cierta necesidad de recuperar gente, de hacer barrio. La calle se está despoblando.

Salida nocturna, para reconciliarme con los dioses.




DÍA 12, DOMINGO


Lento despertar.

Recojo ramas pendientes, es mi sino.

Vermú estilo local.



Comida a las 17:00 h.

Salgo para el pueblo vecino, donde se celebra un concierto junto a una ermita y con visita previa al yacimiento arqueológico. El yacimiento es muy interesante (varias murallas: tardorromana, visigoda y árabe), con emplazamiento en un cerro sobre el río Eresma, roquedo de pizarra y con unas vistas espectaculares. Me encuentro con viejos conocidos: seguimos viajando en el tiempo, también en lo personal. El concierto (piano y soprano) empieza más tarde de lo previsto. Viento y mala acústica. En este caso, me canso pronto, no disfruto como me pasó en el otro concierto. Qué se le va a hacer. Así, que aprovecho para hacer fotografías del entorno y de la puesta de sol.








DÍA 11, SÁBADO

Hoy he decidido dedicar la mañana a hacer una excursión cultural. Apenas conozco la “comarca” y es que cuando de pequeño veía al pueblo, mi radio de acción se limitaba a donde me llevara la bicicleta. En aquellos tiempos, se reducía a las piscinas del pueblo y a algún que otro pueblo de los alrededores. Así que miro GoogleMaps, cojo cámara y subo al coche. Objetivo, Santa Maria la Real de Nieva, que por lo visto tiene un monasterio muy interesante, y a partir de ahí, lo que vaya viendo. Quien sabe si en un futuro no muy lejano, hay que mostrar rutas desde un hipotético alojamiento de turismo rural.

Bueno, lo del monasterio (Nuestra Señora de Soterraña, para ser precisos) es toda una sorpresa. El claustro, de entrada gratuita, es espectacular. Particularmente, la escultura de los capiteles. Por lo visto, el edificio es de finales del siglo XIV- principios del XV, y de impulso regio. Pero estilísticamente, parece un románico (la obra escultórica de los capiteles) de transición al gótico (arcos apuntados, bóveda de crucería muy simple y austera). Tuve la suerte de poder visitar la iglesia, pues estaba abierta, y allí ya se ven trazas estilísticas de otras épocas: gótico tardío en la portalada principal (lateral de la nave de crucero), retablos barrocos. El saqueo de las tropas napoleónicas y el abandono al que llegó el edificio, tras la Desamortización, supusieron una pérdida importante de su riqueza. Aun así, lo que se ha conservado es magnífico.



                                         




                                           

Sigo carretera y veo una estación de tren abandonada. Pienso que puede ser un tema fotográfico interesante y bajo del coche a explorar. Efectivamente, es un espacio increíble. 

Así que aprovecho para tirar unas cuantas fotos.






No acaban aquí las sorpresas. En un cartel de la carretera veo indicación de yacimiento arqueológico “Petroglifos de Domingo García”. Demasiado para una mañana. Tras un angosto camino llego al yacimiento, sin vigilancia pero con carteles informativos muy precisos. Resulta que en las rocas del cerro hay grabados prehistóricos de unos 20.000 años de antigüedad (Paleolítico), aunque la mayoría son del neolítico y representan escenas de caza. No todos los grabados son fáciles de ver. Al paso del tiempo y la erosión de la roca, se suma la acción vandálica de unos cuantos imbéciles ignorantes, que han dejado sus propios grabados sobre las rocas y encima de los grabados existentes. Increíble. Este lugar, debería sin duda estar más protegido, estudiado y promocionado. 




                                                       


Después de tantas emociones, comida y siesta.

Al anochecer recibo la visita de Paula Lomas y unos amigos que han llegado de Albacete.

Les muestro mi humilde mansión y salimos a cenar al mesón del pueblo.

Para rematar el día nada mejor que acabar con unos gintonis.



martes, 9 de agosto de 2022

DÍA 10, VIERNES

¡Por fin, duermo BIEN!

Efectivamente, el del cedro no se presenta. A media mañana, le llamo. No ha podido ser, está en otro sitio, se disculpa y me dice que envía un par de empleados a final del día a ver qué se puede hacer. Y así, fue. La cosa se presenta complicada: se necesita una grúa, pero no se puede meter en el jardín; habrá que hacerlo desde otra propiedad. Parece factible, pero quedan en confirmármelo.

La mañana se pasa, como los últimos días, entre ramas. Compra a última hora: ¡Oh my God, hay que reponer cervezas.



Lo emocionante del día viene por la tarde, pues asisto a un concierto música clásica en la pradera de San Marcos, con el Alcázar de fondo. Programa Vivaldi 2.0. Organiza MUSEG. ¡Flipante! (Prometo subir vídeo cuando lo haya comprimido)




Remato la jornada con unas cañas con Ahmed y Fuencisla. Entrañables.

¡Segovia, viva Segovia!



DÍA 9, JUEVES

 Mal dormir. A las 6.30, en pie. Meditación matinal y al tajo. Hay que despejar el jardín de las ramas del olivo. Lo consigo en parte. Aprovecho las ramas gruesas para leña y el resto lo deposito en el terreno asilvestrado que tenemos al costado. Allí, en medio de la maleza, principalmente acacias, descubro un nogal (que nunca ha dado nada) y un olmo. Flipo. Un olmo hermoso y sanísimo. Me siento privilegiado en mi “jardín”. 



Llamo al que debe venir a ver el cedro y me confirma que viene por la mañana. No salgo de casa. No viene. Me llama por la tarde cuando estoy en la biblioteca. Se disculpa y quedamos para el día siguiente a primera hora. Veremos.

Al salir de la biblioteca, visito a mi tía y hago cuatro compras. Vuelvo al jardín, y convoco a los hermanos Lomas a unas cervezas para cuando se ponga el sol. Apacible tertulia bajo la parra, Ponemos al día nuestros recuerdos, mientras van pasando las horas.

Pero el cansancio va haciendo mella en mi cuerpo de urbanita.


DÍA 8, MIÈRCOLES


Mala noche: mucho calor. La tormenta me obligó a tener todo cerrado.

Al despertar, ya demasiado calor para trabajar en el jardín.

Compruebo cisternas. Van bien.

Reordeno y limpio algunas dependencias: aparecen viejas reliquias: un tocadiscos, que no funciona, varias cafeteras y viejos trofeos.



Pruebo a ver si funciona la lavadora: tras varios intentos, dos horas de pruebas, al final sí. Pero necesita por lo menos tres horas. No sé si me va a servir. Todo apunta a que sea candidata a

Veo programación cultural de Segovia: hay cosas interesantes. O encuentro socios o tendré que ir solo. Ley de eremita.

Reinicio contactos que, esta vez, no parecen muy fructíferos. Con algunas personas, reencontrarse después de treinta años no ha supuesto ningún problema, al contrario, ha sido interesante e ilusionante. Con otras, ha sido una losa demasiado pesada. Qué le vamos a hacer. 

Vuelvo a la biblioteca y me hago socio. El ordenador, por segunda vez, a punto de petar: tiemblo por mis huesitos. Al final, subo fotos, actualizo algunas informaciones y ¡Por fin, publico una entrada! 

Esto del blog se está convirtiendo en algo muy complicado. Veremos cómo acaba.

Salgo a tomar unas cervezas. El pueblo parece otro: las terrazas están medio vacías. Y es que es un día laboral. Pero los viejos amigos no fallan y al final me dan las tantas.


 

lunes, 8 de agosto de 2022

DÍA 7, MARTES

 Me despierto pensando que se me ha pasado la hora del técnico de la caldera, que me dijo que vendría hoy. ¡Uf, me queda una hora!. Desayuno, pues.

Viene el técnico. Tras una hora de curro intensivo (caldera de más de 40 años), resulta que no sirve de nada, porque el depósito está obstruido con fuel mezclado con agua y tierra (puag), y requiere uno nuevo y otro presupuesto. En fin, aprovecho para la reorganización del garaje-trastero, donde no hago más que empezar, dada la ingente cantidad de trastos que contiene.



Retomo viaje a la piscina, que ayer moló. Y a la vuelta, mientras estoy comiendo, se presenta el fontanero. En un pispás, me arregló cuatro cisternas. Si pudiera, me lo llevaría a Palma de fontanero de confianza. En fin, 1-0, respecto a realización de tareas pendientes. Me falta lo de cortar el árbol, pero el técnico no ha dado ninguna señal.



Después de la bendita siesta, subo a la biblioteca, a ver si avanzo algo del blog.

Me está saliendo muy activo y con demasiados detalles personales. No introduzco reflexiones ni hay espacio para la poesía, como en los textos fundacionales. Dudo. Habrá que publicar más y esperar comentarios.


Acabo cenando en casa de unos primos en un pueblo vecino. La familia al rescate. 

A la vuelta, tormentón de verano. Ya era hora.



DÍA 6, LUNES

 Ya no me despierto tan pronto. Aun así, le saco casi tres horas de trabajo a la mañana: clareo de ramas bajas de olivo y ciruelos. Después de desayunar, pienso que podria ser buena idea probar cómo está la piscina del pueblo. Aviso a los hermanos Lomas, por si se apuntan, pero no. En cambio, me invitan a cocido (¡En pleno verano!) a eso de las tres. Valep. La piscina a 2,5 €, oeoeoeoe, pero más llena de lo que me esperaba. Aun así, me hago mis largos, constatando que dos meses sin nadar te hacen perder cantidad de fondo. Es que tenemos ya una edad. 

A la salida, y antes de ir a comer, todavía me da tiempo a hacer compra. Aquí las distancias se acortan. Comida familiar con tertulia. Mola.


A las 18:00 se presenta, tan y como habíamos quedado, mi amigo Andrés, jardinero profesional, que viene con todo su equipo. ¡Wow! Parece de los cazafantasmas (No pictures, please! Don’t worry, my friend!.) Tres horas de curro intensivo podando un olivo centenario, que no había sido podado en treinta años, lo menos. Recoger y cortar todas las ramas caídas, me llevará días de curro. Sin duda.

Cenita y a dormir. 

Mi cuerpo comienza a acumular cansancio.









DIA 5, DOMINGO

¡Puff! Hoy sí que me despierto a las tantas.

Aparte de ser el día del Señor, es demasiado tarde para echar horas en el jardín. Así que, nada de trabajo intenso y dedico la mañana a tareas del hogar (colada manual, limpieza de sillas para el jardín… y no recuerdo que más hice)

Salgo al vermú hacia las tres. La peña está en un bar de la plaza y entre caña y caña las conversaciones se suceden sin pausa. Se habla del sermón del domingo (¡Ueeep, curioso, cuando menos!), de los kikos, que se han instalado en un pueblo vecino abandonado y han restaurado la iglesia (la de pasta que debe tener esta gente). De ahí se pasa la mordedura de un mastín de pastor a un visitante del pueblo, las fiestas de los pueblos en general, y que mejor verbena y papeo gratis que toros, como pasa en otros pueblos. Pero en esto no todo el mundo está de acuerdo. Bromas aparte, se oye algún comentario, sobre si se debería ir a comer. Se paga... y entramos en otro bar. El vermú acaba a las 17:00, pero esta vez, me digo que voy a comer y de caliente.


Así que hacia las 18:00, siesta. Me planteo aprovechar algo de la tarde para hacer ejercicios de italiano (que me quedó para septiembre), es decir, cuarto de hora de Duolingo y otro cuarto de hora de lectura. Entre eso, colocar cuatro cosas y hacer un par de llamadas, me quedo sin luz natural. Pero esto no se ha acabado. Salgo un rato a pasear y todavía saco unas buenas fotos de extrarradio de pueblo, con cebaderos de cerdos, cuyo olor me invade con frecuencia. ¡Que no debería ya estar prohibido tener esas granjas tan cerca de las casas! Flipo. Pensaba había una normativa al respecto. 

Sigue siendo un viaje al pasado.




viernes, 5 de agosto de 2022

DÍA 4, SÁBADO

 Amanezco temprano, que no es poco. Así que, al tajo, tras mi momento “meditación matinal”. Toca analizar los árboles de la pared del fondo. Resulta que tengo ciruelos, cerezos, tilos, junto a una hilera de arizónicas y varias parras más. Estos frutales nunca han dado nada, excepto las parras, vaya usted a saber, oiga. Ataco la zona tilos, asfixiados entre las arizónicas y la parra. Corto ramas secas, rescato los tilos del ataque de las ramas de las arizónicas y reoriento la parra sobre el muro. Después, procedo a la limpieza y aclaramiento del olivo principal. Hago jornada continua hasta las 12.30 aproximadamente. Desayuno tardío y ducha de manguera. Mientras hago tiempo para ir a hacer el vermú, escribo la entrada del bloc correspondiente al viernes (la que se ha borrado. ¡Vaya desastre!)

Resulta que el vermú es en el patio de una casa y hacia las 14: 30. Allí saludo a algunas de las personas con quien me reencontré ayer y nuevos-viejos amigos: ¡Los hermanos Lomas con quienes jugábamos de pequeños! Flipante. El vermú acaba a las 16.30. Ya ni como. Directo a la siesta. 



Recuerdo que no me he puesto con el jardín de la fachada principal. Requiere clareo, recortes, limpieza y riego. Manos a la obra. Y sin darme cuenta se me hace la hora de las cañas nocturnas. 

De nuevo, la cuadrilla. Más miembros, más nombres a recordar. Hay que meter algo al estómago, no aguanto: bocata al canto. Acabamos en un concierto al aire libre con bandas de las que tocan éxitos, se intercala un bingo y acaba con dijeis. Se oye fatal y nadie baila. Pero el recinto caca vez está más lleno de gente. El pueblo es así. Regreso a casa a las 3 de la mañana.

La experiencia neorrural se está convirtiendo en un viaje en el tiempo.



jueves, 4 de agosto de 2022

DÍA 3, VIERNES

 Noto que entran unos rayos de sol a través de la persiana. Deben ser más de las 7:00. Aguanto…

(Reescribo esta entrada, que se me ha borrado misteriosamente del ordenador. Empiezo a comprobar que las dificultades de hacer un blog de esta experiencia, no pasan solo por no disponer de wifi. ¡Arggg!)


Me levanto a las 10.30. Por fin, he tenido una noche buena y he dormido largo y tendido. Es tarde para trabajar en el jardín y comienzo por las gestiones pendientes.  Reviso cisternas y caldera. Nada funciona. De llamada en llamada, hasta tres, consigo concertar visita de fontanero y técnico de caldera (agua caliente) para la semana que viene. También de una empresa de construcción (?) para que vengan a cortar el cedro seco, que amenaza con precipitarse sobre nuestras cabezas a la menor vibración. Por último, gestiono visita a un familiar, a la residencia de ancianos, para esa misma tarde.  Cambio la goma de una cocina para instalar la única bombona de butano que queda, pero tampoco funciona. Así que o ensaladitas o bombona de camping-gas. ¿Lavadora? Existe. Pero por la experiencia con la cocina y con la poca ropa que tengo, me decanto por la opción manual. Total con el solazo que pega, se secará rápido.



Voy a la residencia donde me espera mi tía en el zaguán, junto a otros diez ancianos de condición física y mental diversa. Me saluda sonriente, pero dudo que me reconozca. No lleva audífonos. Se los pido a la cuidadora. Con ellos tampoco me entiende. Que si cambiamos de pila y que tampoco. Así que uso el móvil para escribirle mensajes. ¡Me reconoce! Ella se ha quedado contenta, yo frustrado,

A continuación, me dirijo a la biblioteca municipal y resulta que está genial. Sala de ordenadores y de lectura, wifi gratis, aire acondicionado, vaya que estoy pensando en trasladarme allí. Así, que aprovecho hasta la hora de cierre para activar el proceso blog (ya comentado en entradas anteriores).


 

Al regresar a casa me digo que podría ser bueno salir con la bici ahora que se está poniendo el sol y corre el aire. Así que paseíto en bici al ocaso. Entre tanto, contacto con wasa con un amigo del pueblo de años ha, y me propone un plan de cañas al volver del paseo. Dejo bici, me cambio y subo a la plaza. Reencuentro entrañable con Pablo y con Amaro, Víctor, etc. Una caña y otra y me dan las tantas.

Mola esto del pueblo.