jueves, 5 de noviembre de 2009

DIRECTO A LOS OJOS. R. BARTHES.

De l'escriptor i semiòleg francès Roland Barthes hem parlat a les nostres classes en diverses ocasions. La seva obra es troba dispersa en nombrosos articles agrupats en diferents llibres de temàtica diversa. En un d'ells, Lo obvio i lo obtuso (Paidós, Barcelona, 2009) , a l'apèndix de la primera part, titulat Directo a los ojos, hem trobat una sèrie de reflexions força interessants sobre el significat de la mirada i l'acte de mirar, que té molt a veure amb el contingut d'aquest bloc i de l'assignatura. Reproduïm alguns paràgrafs amb una pretensió clarament educativa, que esperem no vulneri cap copyright.

“Un signo es algo que se repite. Sin repetición no habría conocimiento, pues no se le podría reconocer, y el reconocimiento es lo que fundamenta el signo. Ahora bien, según Stendhal, la mirada lo puede decir todo, pero no puede repetirse de manera textual. Así que la mirada no es un signo, y sin embargo significa. ¿Qué misterio es éste? Lo que pasa es que la mirada pertenece a ese dominio de la significación cuya unidad no es el signo (discontinuo) sino la significancia cuya teoría esbozó Benveniste. En oposición con la lengua, orden de los signos, las artes en general tienen que ver con la significancia. […]

Sin duda, en la significancia se garantiza algún núcleo semántico, sin el cual la mirada no podría pretender decir algo: literalmente, una mirada no sería neutra más que para significar la neutralidad; y si es vaga, lo vago está de forma evidente lleno de duplicidad; pero este núcleo está rodeado de un halo, campo de expansión infinito en el que el sentido desborda, se difumina, sin perder su impresión (acción de imprimir); y esto es justo lo que pasa cuando se escucha una música o se contempla un cuadro. El misterio de la mirada, lo turbio que la compone, se sitúa evidentemente en esta zona de desbordamiento. He aquí un objeto (o una entidad) cuyo ser se basa en su exceso”.


“La ciencia interpreta la mirada de tres maneras (combinables): en términos de información (la mirada informa), en términos de relación (las miradas se intercambian), en términos de posesión (gracias a la mirada, toco, alcanzo, apreso, soy apresado): tres funciones: óptica, lingüística, háptica. Pero la mirada siempre busca; algo, a alguien. Es un signo inquieto: singular dinámica para un signo; su fuerza lo desborda”.

"… A fuerza de mirar, uno se olvida de que puede ser también objeto de miradas. Es más: en el verbo mirar, las fronteras entre voz activa y pasiva son inciertas".

"La neuropsicología ha establecido de modo perfecto el nacimiento de la mirada. En los primeros días de vida, hay una reacción ocular frente a la luz suave; al cabo de una semana, el bebé intenta ver, orienta los ojos, pero aún lo hace de una manera vaga, vacilante; dos semanas después, puede fijarse en un objetivo próximo; a las seis semanas, su visión es firme y selectiva: se ha formado la mirada. ¿No se podría decir que esas seis semanas es cuando nace el alma humana?"

Como espacio de significancia, la mirada provoca una sinestesia, una indivisión de los sentidos (fisiológicos), que ponen sus impresiones en común, de manera que (poéticamente) se le puede atribuir aun lo que a otro pertenece (…): todos los sentidos pueden así mirar y a la inversa, la mirada puede sentir, escuchar, tocar, etc. Goethe: Las manos quieren ver, los ojos quieren acariciar.


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